Juan Carlos Díaz Ricci
Ingeniero Químico, Doctor en Ciencias, Docente de la UNT, Investigador Principal de CONICET y Director del INSIBIO.

¿Cuál es tu trabajo?
Me recibí de ingeniero químico en Tucumán, en el ‘79. Siempre tuve el interés en desarrollar algo de la ingeniería química asociada a la bioquímica y la biología pero mi formación no permitía desarrollarlo, por lo que realicé una maestría en biología molecular y microbiología. Hice un post doctorado en ingeniería metabólica, en California. Después de un recorrido por EEUU, Alemania y Rosario regresé a Tucumán e ingresé como investigador al INSIBIO. Junto con Atilio Castañaro, ingeniero agrónomo, especializado en biología molecular de plantas, coincidimos para trabajar conjuntamente, justo cuando se desarrollaba en Tucumán el cultivo de la frutilla. Hubo una epifita, un ataque de un hongo que volteó toda la producción y bajó el rendimiento a un 50%, fue una catástrofe a nivel de los productores y agrícola.
Decidimos ver cuáles son los eventos que podemos hacer para brindar a los agrónomos, agricultores, y gente de biotecnología agrícola una herramienta para luchar con estas enfermedades, empezamos a estudiar la bioquímica, la biología molecular y la genética de la frutilla. Estudiamos cuales eran todos los patógenos que la atacaban, pudimos ver como la frutilla al igual que el resto de las plantas, se defiende en contra de cualquier ataque. Entramos al estudio de la respuesta de defensa de las plantas. Y la respuesta en defensa contra patógenos, esa es mi línea principal de investigación, hasta la actualidad.

¿Cómo usaste la microscopia electrónica en tu investigación?
Hay patógenos que son tremendamente virulentos, teníamos que ver qué pasaba, cómo se acercaba, destruía el tejido, y hay patógenos que funcionan como patógenos avirulentos, se acercan a la planta, pero no la destruyen. Nosotros teníamos que ver con el microscopio electrónico como crecía ese microorganismo, sin destruir la planta.

¿Qué es la ciencia para vos?
Mi vida ha sido alrededor de la ciencia. Me gusta decir que hacer ciencia o estar involucrado en la actividad científica es como vivir en un sueño. Porque uno se imagina las cosas y las trata de hacer. Y eso tiene mucho de creatividad. A pesar que en el 80, 90% de los casos uno fracasa, se sustenta en la esperanza del éxito. Cuando uno persevera en una actividad, normalmente alcanza el éxito, eso le da al ser humano una alegría de trabajar, que no pasa por la satisfacción económica, sino intelectual, de contribuir a la ciencia en este caso. Me hice tal pregunta y la he contestado. A veces nos sale bien otras no. Esa es la creatividad de la ciencia: todos los días un planteo nuevo.

¿Qué les dirías a los jóvenes que inician en la actividad científica?
Acercarse a la ciencia, es acercarse a las preguntas. Más preguntas que respuestas. Es importante hacerse preguntas. La resolución de las cosas a veces no pasa por las respuestas, sino como hacemos la pregunta y luego buscar, investigar sobre las respuestas. Ahí se te abre la puerta para empezar a soñar tu propia vida, que permanentemente nos está interpelando, condicionando.

¿Cómo relacionas tu vida personal con tu trabajo, hay un equilibrio?
Tiene que haber un equilibrio. Es importante saber lo que te gusta y si lo podés hacer y, al mismo tiempo, ver lo que te rodea. Lo primero que te rodea es tu familia, tus amigos, el lugar donde trabajas, las circunstancias cotidianas… Es importante darle lugar a esa interacción con tus amigos, familia, la sociedad, de la mejor manera posible. Porque si no se torna imposible la vida. Se conoce casos de científicos, como artistas que son intratables y son fracasados humanamente. La idea aquí es tratar de contemporizar, compensar, aunque a veces uno tiene que sacrificar una cosa, a veces otra. Tratar de desarrollar esto es estar permanentemente creando, imaginado el modo de relacionarse con lo que uno hace y con la gente.

¿Tienes algún proyecto a futuro?
A esta altura de mi vida, es seguir en donde estoy. Poder continuar desarrollando lo que venimos haciendo y, en el camino, ir dejando básicamente dos cosas: recursos humanos formados, becarios, tesistas, gente formada para que continúe en el tema. Y por otro lado, como ingeniero, lograr algún producto que pueda ser volcado a la sociedad, como una vacuna. Lograr un producto comercial que salga a la venta, independientemente que se gane dinero o no, pero sobre todo que ese tiempo de investigación y desarrollo sea útil. Porque todo ese tiempo de formación de recursos humanos, y de dinero, viene de ustedes, de la sociedad. Que ese esfuerzo, termine en un producto que le sirva a alguien. Y que, por sobretodo, ese producto no vaya en detrimento del medio ambiente, ya que estamos en una época donde su cuidado es el paradigma.

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