Virginia Helena Albarracin
Bióloga, Doctora en Bioquimica, Investigadora Adjunta de CONICET, Docente de la UNT y Responsable Científica del CIME. Virkin Al
¿Cuál es tu trabajo en el CIME?
Me desempeño como Investigadora Adjunta del CONICET y Responsable Científica del CIME desde Mayo de 2015 haciendo gestión de servicios y desarrollo de proyectos científicos. Me dedico especialmente a la fotomicrobiología molecular, y para poder comprender estos fenómenos (interacciones luz-microorganismos) utilizo varias herramientas metodológicas siendo una de las más importantes la microscopía electrónica.
El mundo de las imágenes siempre me ha gustado, me fascina. Mi primer contacto con el mundo del microscopio electrónico fue a través de la Revista Muy Interesante (que me compraba mi Papá) desde los 10 años, ahí supe que a eso me quería dedicar. La microscopia es el poder de hacer visible lo invisible. Te da el poder de mirar al mundo con otros ojos, realmente la gente que llega y no sabe de microscopia, se va de aquí fascinado luego de acceder a nuestras microfotografías. Es un baño de naturaleza y realidad virtual a los ojos.
¿Cómo utilizaste la microscopia en tu investigación?
Para el doctorado tuve una beca del CONICET, hice mi trabajo experimental en el PROIMI, unidad ejecutora del CONICET y trabaje en microbiología molecular, con microorganismos resistentes al cobre, para generar conocimiento básico y luego hacer una aplicación, que se llama biorremediación de lugares contaminados, suelo, agua, aire, etc.
Durante el doctorado, mis directores me sugieren que haga microscopia electrónica para ver como el metal afectaba, ya que este era resistente, lo poníamos en un caldo nutritivo y le agregamos cobre, del mismo caldo desaparecía el cobre y la bacteria empezaba a ponerse verde, captaba el metal del líquido.
Cuando haces microbiología molecular necesitas herramientas distintas para identificar los procesos que ocurren, como el ojo tiene una limitante, se usan lupas, microscopios ópticos y electrónicos, para ver la ultraestructura de la muestra. Por eso me acerque al CIME, para poder visualizar el cobre dentro de la célula. Para ello desarrollamos una técnica especial que nos permitió publicar un trabajo y ser tapa de una revista. A partir de eso utilice siempre la microscopia, hice un postdoctorado en EEUU, otro en Alemania y seguí investigando a mi vuelta sobre microorganismos en condiciones extremas.
¿Qué es la ciencia para vos?
Si mi hijo me pregunta cuando crezca qué es la ciencia, le diría que la ciencia es una forma de ver el mundo. Es no quedarte con la primera impresión, e indagar constantemente y acercarse lo más posible a la realidad. Ser curioso, no quedarse con lo exterior simplemente.
Por otro lado, la ciencia es una pasión, porque satisface mi necesidad de saber, y además, me da una herramienta para trasformar la realidad y puedo generar algo de utilidad para otra persona. Quizás lo que pueda llegar a descubrir hoy puede ser útil a una nueva generación de científicos. Es una forma de aportar a la sociedad, desde mi lugar y generar una sociedad más justa, con más posibilidades para todos.
¿Cómo relacionas tu vida personal con tu trabajo?
Cuando uno trabaja en Ciencia, investigando, es muy difícil apagar el cerebro y separar la vida personal de la laboral. Al contrario, cuando me encuentro fuera del ámbito científico en la vida cotidiana (plaza, cine, teatro) considero que aumenta mi creatividad. En mi caso si puedo balancear trabajo con mi vida personal, mi pareja, cuidar a mi hijo. Yo soy mamá hace 2 años y medio, eso me dio otra energía, una energía especial y ver el mundo de otra manera. Ser madre sin dudas ha potenciado lo que venía haciendo a nivel profesional.
¿Cuáles son tus proyectos a futuro?
En lo personal quiero seguir capacitándome a mayor nivel, en microscopia de alta resolución relacionada con la biología estructural, para poder dar un mejor servicio, porque a veces se cree que lo técnico, es algo rutinario, pero es necesario innovar constantemente para no volver al servicio obsoleto. Quiero seguir haciendo experiencias en el exterior, me gusta el ambiente científico que se genera ahí, sumado a la interacción con otras culturas.
Tucumán tiene toda la capacidad para ser el mejor centro en Microscopia a nivel NOA y con proyección al Mercosur. El CIME tiene 34 años de trayectoria pero ahora contamos con un grupo humano de gran nivel, gente joven, que tiene muchas ganas y manejan nuestros equipos, que son las mejores plataformas de microscopia del país. Trabajamos para resolver las necesidades de los usuarios y que puedan desarrollar sus investigaciones siguiendo el estado de arte de las disciplinas microscópicas.
En el 2017 se cristalizará un gran proyecto, el CIME será el primer Centro en ocupar el Polo Científico-Tecnológico de Tucumán. Por ello, estamos dispuestos a emprender un desafío para convertirnos en un centro de referencia con alta capacidad de internacionalización, empezar a traer profesionales, interaccionar con incubadoras de empresas. La microscopia tiene la capacidad de usarse en múltiples disciplinas, en materiales, en empresas tecnológicas, nanotecnológicas y ahora en el marco del Programa de Ciencia y Justicia, de CONICET, nos estamos acercando al poder judicial, para que esta sea una herramienta para aumentar la veracidad de las pruebas. Sueño con un “Microscopy Valley” en El Manantial que sirva para la investigación pero también para la transferencia y la resolución de problemáticas locales, generando a corto o largo plazo un beneficio socio-económico para Tucumán.
© CIME - Área Comunicación y Fotografía: Cecilia Gallardo / Romina Nieto.
Responsable Científica: Dra. Virginia Albarracín.